jueves, 8 de mayo de 2008

INSOMNIO Y DESVELOS

El enfoque médico se refiere al insomnio como un trastorno que debe ser abordado integralmente. Se afirma con razón que el hecho de no poder dormir, o de no mantener el sueño, es un hecho que debe ser atendido con diligencia y eficacia. Incluso, cuando es necesario, con fármacos. Sin embargo, un enfoque más psicologico nos lleva a pensar en la importancia del desvelo. En el mensaje cifrado que entraña quedarse despierto y dar vueltas en la cama.

No poder dormir, no siempre es una enfermedad. Al contrario, muchas veces, es una necesidad. Sobre todo cuando la solitaria vigilia nocturna nos devuelve recuerdos fundamentales. Cuando nos permite encontrar esos pensamientos y emociones que solo pueden suceder de noche. Entre ángeles, trasmutada la luz, y demonios.

En “Funes, el memorioso”, Jorge Luis Borges, sugiere este asunto del sueño y la memoria. Al protagonista de ese relato le era difícil dormir porque sufría de hipermnesia (demasiada memoria) por lo que no podía librarse de sus recuerdos. Es una magnifica metáfora del insomnio. Cuando no podemos olvidar inevitablemente trasnochamos.

Pero, no hay palabra más insinuante para captar la fecundidad de la noche despierta que la palabra desvelo. Desvelar significa revelar, mostrar, exponer, exteriorizar. Es el descubrimiento que nos excita y quita el sueño. Es el encuentro con el asombro y la sabiduría. Los viejos, que son los que se desvelan más, saben esto. Y Borges, aunque no era viejo cuando escribió su cuento, también lo sabía.

Si concedemos que el insomnio es una disfunción, un trastorno relacionado en los días que corren con el estrés, los cambios laborales, la cafeína, el alcohol, los medicamentos, los problemas familiares y, algunas veces con estados crónicos de ansiedad y depresión; el desvelo podemos imaginarlo como un estado creativo y necesario que nos conduce a nuevas visiones del mundo.

Sin el desvelo, la humanidad no contaría con el esplendor de la cultura. Por la mitología conocemos, desde la noche de los tiempos, el desvelo amoroso de Zeus ante el rechazo de Némesis. Por la historia local, tenemos noticia del desvelo heroico, las trece noches sin dormir, del joven Simón Bolívar cuando perdió Puerto Cabello en 1812. Y por la literatura, vivimos y encarnamos, al menos en esta parte del planeta, los desvelos delirantes de nuestro querido don Quijote de la Mancha.

El insomnio, se nos antoja repetitivo y monocorde. El desvelo, por el contrario, como una aventura llena de posibilidades. Personalmente lo relaciono con la llama trémula de una vela en la oscuridad. Con el fuego sereno de la meditación.

No dormir, despertarse de noche, puede ser extraordinario. Para volver a la infancia y conciliar con la muerte. Para hacer el amor y cantar. Para leer. Para llorar. Para orar. Para quedarse en la quietud. Y celebrar, sobre todo celebrar, hasta la ultima luciérnaga de la montaña.

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