domingo, 11 de mayo de 2008

PSICOLOGIA DEL OPRIMIDO

La opresión es una relación social injusta, por la explotación, la represión, la discriminación o la negación de los derechos humanos. Se asocia casi siempre con regímenes autoritarios pero puede extenderse hasta la interacción humana más elemental que se base en el poder. Es una realidad viva, verificable en tiranías pero también, en parejas toxicas, para citar uno, entre muchos otros, ejemplos.

Desde el punto de vista psicologico, la opresión, con su opresor y su oprimido, es un estado interno. El escenario anímico, mental y espiritual, donde podemos rastrear ambos polos. La dimensión de los complejos.

La vitrina es muy amplia. Corresponde con el comportamiento mimético: De explotados actuando como explotadores. De secuestrados identificándose con sus captores. De muchedumbres llorando por genocidas.

El psiquiatra argelino Franz Fannon (1925-1961), participando en la lucha descolonizadora de su país, describió el fenómeno de que los colonizados, aun después de liberados, continuaban copiando a los colonizadores franceses. En nuestro continente, el pedagogo Paulo Freire (1921-1997), alfabetizando adultos pobres en el nordeste de Brasil, captó un cuadro similar, de grupos humanos desposeídos imitando a clases privilegiadas.

El oprimido, si pudiera hacerse una generalización, vive la doble tensión entre el ansia de la libertad y, el miedo de conquistarla. Rechaza los códigos y rituales del opresor - su habla, su ropa y sus celebraciones - pero, deja colar y, no es excepcional que luego los adopte, incluso como signo de superioridad.

Precisamente, el prejuicio de inferioridad, es otro rasgo prominente del oprimido, cuyo rostro intento trazar. La mineralizada idea de que lo extranjero es mejor, que tener la piel café con leche es un estigma y, que la opresión es el castigo a nuestra pereza, son algunos esquemas de ese enfoque que se traspasa, generacionalmente, desde nuestros tatarabuelos.

Obediencia, pasividad, identificación y desvalorización junto, a los inflamables valores de la rebeldía, como el desinterés, la generosidad y la solidaridad; configuran una psicología del oprimido, de pares opuestos como toda psicología, que sugiere por qué la opresión puede ser tan estable y, el afianzamiento de nuevos valores, tan laborioso y difícil.

La esposa que dice basta al esposo que la golpea, el campesino que defiende la propiedad de la tierra que trabaja, el vecino que gana una zona verde para humanizar su ciudad, muestran que oprimidas y oprimidos, pueden asimilar los complejos antagónicos de la opresión, humanizándose en la práctica de la liberación.

1 comentario:

BLANCA dijo...

Excelente descripcion del tema, muy entendible para los no profesionales en psocología o psiquiatría.
Saludos de México