miércoles, 7 de mayo de 2008

PRACTICAD EL MORIR

“Estoy queriendo la vida/Y deseando la muerte”

Miguel Hernández (1910-1942)

Dicen que Platón, el antiguo filósofo griego, al preguntarle en su lecho de muerte como resumiría los Diálogos que le hicieron notable respondió: “Practicad el morir”. La frase verdaderamente intrigante, al decir del terapeuta de familia Carl Whitaker, es una forma de psicoterapia. Veamos.

¿Que significa vivir muriendo? De entrada, una simple realidad. Desde que nacemos comenzamos a morir. Todos los días sin que nos percatemos se crean y destruyen células, se regeneran y eliminan tejidos, se produce y libera energía; ninguna esquina del cuerpo se salva. La biología lo llama anabolismo y catabolismo. Es el hecho más elemental, no solo de que nacemos y morimos a cada instante sino que además, morimos necesariamente para volver a nacer.

Otra manera de comprender esto es recordando que a lo largo de la vida matamos y enterramos partes de nosotros mismos -elevados sueños y estrepitosas decepciones- sobrevivientes en nuestras fantasías. Lo que Whitaker llama suicidios fragmentarios. Aquello que me expresó en consulta una señora cuando dijo que había muerto y vuelto a nacer en relación a la vida que antes llevaba. Estuve como prisionera de mis resentimientos durante muchos años – repitió para explicarme su apertura hacia el mundo espiritual. Soy la misma y otra, sostuvo con convicción.

Esta idea de muerte entendida como muerte del yo o del ego, ocurre durante las crisis personales, cuando dejamos de vivir cautivos del pasado como el caso antes expuesto por la paciente. El egocidio, para denominar mejor esta especie de muerte psicológica, coincide con todas esas situaciones difíciles que atravesamos como enfermedades, estados emocionales intensos, mudanzas, cambios de profesión, colapsos económicos, divorcios, frustraciones políticas y en general, todas las pérdidas importantes que abren el corazón y nos encaminan hacia formas de existencia completamente nuevas y desconocidas.

Vivimos pues muriendo (y hay que aprender a morir viviendo) por el desgaste natural del organismo y la sucesión de cambios, de continuos despertares, que ocurren hasta el acto final en que exhalamos. Pero, ¿por qué las tres palabras de Platón también pueden rescatarse como una forma de psicoterapia? Precisamente por esa transformación personal que ya aludimos. Practicar el morir sería romper la unilateralidad con la que vivimos la primera mitad de la vida. Retirar las identificaciones que nos mantienen amarrados a un ideal, a una creencia o a un oficio sin los cuales imaginamos que no podemos continuar. Es lo que sucede, por ejemplo, con muchos jubilados que aferrados a sus esquemas laborables sucumben, literalmente se derrumban, cuando quedan desempleados y su creatividad no activa nuevas posibilidades de realización.

El yo, o el ego de cuyo asesinato venimos hablando, es necesario para mediar con la realidad, para adaptarse, controlar los impulsos, tolerar la frustración y cumplir procesos reflexivos entre muchas otras funciones descritas por la teoría psicoanalítica. Pero su supremacía lleva a la inflación de la personalidad. A la desconexión con lo inconsciente que se traduce en esa rutina sórdida marcada por el vacío, el aburrimiento, la superficialidad y la pérdida del sentido de vivir.

Practicad el morir, como resumió para la posteridad el gran pensador, es sobre todo, una máxima de vida. Una propuesta optimista para descargar periódicamente la basura acumulada (el prestigio, el poder, el dinero, las certezas). Desprenderse, decían los místicos, para ser libres. Una apuesta para vivir a plenitud.

1 comentario:

English II dijo...
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